¿APRENDEMOS?

¿Quién dijo que aprender no puede ser divertido?

No hay nada que guste más a los niños (y por qué no decir a los adultos) que jugar, por eso, divertirse se convierte en una de las formas más efectivas de educación.

Jugando se estimulan, potencian su creatividad, se producen situaciones que les invitan a improvisar y buscar soluciones. Además, existen juegos en equipo (este año centrados en grupos burbujas), que les enseñan la importancia de que, colaborando con los demás, se logra un resultado final.

Tenemos, como docentes, que incentivar su curiosidad y espíritu crítico, transformar sus procesos de aprendizaje en experiencias divertidas para poder crear sus propios contenidos.

Las bromas, las risas y el sentido del humor no deben abandonarse nunca, y más en un curso escolar que, ante la inexistencia de sonrisas visibles, nos hace buscar nuevas formas de acercamiento visual y/o gestual.

Aprender disfrutando lo que hacemos, es mucho más efectivo y es la base del trabajo en el aula de Pedagogía Terapéutica.

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