UNA PASCUA DIFERENTE

Ante la pandemia que estamos viviendo surgen sentimientos de impotencia, ansiedad, tristeza… Pero más allá de lo que sentimos, la realidad nos muestra que este momento de nuestra historia es una oportunidad única para afrontar con calma, sin las evasivas de la prisa diaria, todas esas preguntas más profundas sobre la naturaleza humana: la muerte, las relaciones con los demás, el sentido de la vida, el deseo de felicidad. Esta situación nos pone frente a nuestra condición de criaturas frágiles y vulnerables, al mismo tiempo que valiosas y únicas. Nos ponen frente a Dios.

Como en la tarde de la Pascua, cuando salió al encuentro de los discípulos desanimados, hoy Jesús también se hace presente junto a nosotros para compartir nuestras tristezas, y a la vez animarnos a tener otra mirada sobre las cosas que nos suceden.

Jesús nos abre los ojos para que nos relacionemos con nuestros hermanos desde la solidaridad, la esperanza y la alegría, la ayuda y el servicio a todos, especialmente a los más necesitados.

Hoy estamos en manos de muchas personas que están escribiendo los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas… personas que comprendieron que nadie se salva solo. Ellos actualizan el misterio pascual en ambientes cotidianos. Enseñan con su vida que todos nos necesitamos.

Que el espíritu de la Pascua ampare y consuele a los más golpeados por esta crisis y nos permita salir de esta adversidad fortalecidos en la fe, la esperanza y el amor.

Que Jesús y Joaquina nos bendigan y acompañen.

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